miércoles, 23 de junio de 2010

La vida en Azul y Rojo

Cuando era pendejo y veía que todos mis amigos no eran de la U, me puse a pensar porque yo era diferente. Cuando perdíamos los clásicos recuerdo habérmelas aguantado todas, al principio aguantando las tallas que poco a poco iban condimentando el caldo que terminaba en una mocha a mangazo limpio. Otras veces me encerraba a llorar en la pieza porque perdíamos alguna definición importante y aun no podía conocer lo que era ver triunfar a mi equipo. Sin embargo puedo decir que siempre estuve ahí, pendiente, expectante, nervioso de que es lo que pasaba con el equipo mágico al que con solo verlo salir a la cancha me paralizaba el cuerpo entero y me erizaba los pelos como aquellas sensaciones que son imposibles de describir.



Desde chico he sido azul, es mas cuando viene esa típica pregunta: ¿Y tu porque te hiciste de la U?
Nunca he sabido responder, porque desde que tengo memoria he llevado puesta la camiseta azul con la U roja en el pecho. Nunca me lo inculcaron, aunque mi viejo es de la U, nunca supo el nombre de algún jugador.
Sin embargo desde chico me sentí orgulloso de ser parte de lo que significa ser hincha del bulla. Porque la diferencia estaba en que cuando el indio perdía, en la calle veía a mis amigos emputecidos sacándose sus camisetas y tirándolas lejos, incluso pisoteándolas y queriendo hablar sobre cualquier cosa menos algo que les haga recordar sus derrotas.
Sin embargo cuando me tocaba a mi sufrir, en vez de ignorar mi camiseta, la empuñaba con mas fuerza, secaba mis lagrimas, cantaba mas fuerte y seguía siendo mas azul que antes.

Con la frente en alto, siempre ante la adversidad y con la U en el pecho hasta que la muerte diga lo contrario